[Resguardados en un iglú de paredes de cartón de sentencias tan herméticas, tan tajantes, y perfeccionadamente fingidoras, sustentadas por nada (rien).]
Yo desconozco si es por mi naturaleza, pero prefiero conjugar levedad y peso, sin hacer caso de doctrinas, ni sectas, o quizás por tratar de conciliar lo imposible y tratando de insuflar a este mundo hecho de (concrete) algo de idealidad.
Por este afán de combinar aire y piedras, siento necesario, casi de forma instintiva poseer algo físico, quizás un tipo de refugio-penal que me resguarde de la virulencia de todo lo de fuera, donde pueda crear belleza para que ésta quede encerrada dentro de esa espléndida y fatal jaula de oro. Un origen permanente y pétreo donde poder desarrollar levedad y aire que se expanda por ventanas y rendijas. Una representación simbólica de neutralidad, un molde para que la melancolía no rebase los límites.
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