Se me ocurren transitorios poemas rutinarios, al transpasar la membrana de hierro y aroma oleoso, para acordar el pacto de cortarme con el frío.
Éste, pendiente de mis huesos, me acompaña como un fantasma susurrante en el trayecto invernado,
Mamut de deshechos, Jesucristo de nadie, Pinturas de nadie, vidas de nadie,
Piscina vacía, como expresión de este insoportable nihilismo.
La espera bajo la escarcha es menos pesada al ser acompañada de los manjares más austeros, que en tales circunstancias se tornan maravillosos.
Recuerdo mis excesos terribles y me arrepiento.
Monolitos mitificados sobre la hierba,
Me gusta mi vida allí,
en cierta medida.
Entre el murmullo de osadas charlatanerías.
Hermoso, como siempre..
RépondreSupprimerAdoro estas palabras tuyas..
besos (elinacora)
¿Tienes-tuviste excesos?
RépondreSupprimerA veces los recuerdos son como ecos, nos sueltan del presente transitando por ellos.
RépondreSupprimerEl nihilismo es probablemente la doctrina filosófica que mejores expectativas nos da en esta vida.
RépondreSupprimerMe gusta tu blog, lo he encontrado por que sigues el mío. Me hubiera gustado pasarme antes pero no he tenido tiempo.
Te sigo. Un beso.
Pocas cosas más bellas que la rutina de invierno, y el implícito arrepentimiento...
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