Y nos pedíamos perdón, y seguíamos oscilando cubiertos de mantas.
Así fue como lo contaste.
Yo soñé que un loco nos perseguía y teníamos que arrojarle una bolsa llena de pintura para que nos dejara en paz.
Después tuve miedo de no volver a sentir tus abrazos rotundos, o de tener que abortarlo para que no hiciera daño, y miraba el cielo para empapar los ojos, pero no las mejillas o la camisa.
Te necesito todos los días.
La miel.
El columpio de la normaliad es áquel copolímero de donde lo imperceptible, lo intangible e insondable nos procura el mecer, el "pazar" en paz.... La hidromiel la escancian todos los labios que de pie y sin arrodillarse musitan viejas palabras sostenidas por las nubes, palabras... por, áun, inventar.
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