A veces vuelvo a pasear a través de los labios y el deseo sobre aquel inciso de tiempo naranja. Los sentidos los teníamos mermados y a flor de piel en aquel ambiente lluvioso y caliente, como un iglú o una placenta. Cerraba los ojos y apoyaba la cara sobre la piel tibia, era suave, caliente, y cítrico. Todo era tranquilo, ingrávido, naranja, era una vacuidad nada angustiosa.
El aire olía a menta, como si se elevaran los vapores del té y en la forja negra de la ventana colgaban pendientes transparentes.
Tenemos que mirarnos como la primera vez.
El olor a menta siempre me recuerda a alguien especial para mi.
RépondreSupprimer¿Sabes eso de que el alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada? Y siento que es a ese beso a lo que se refiere con mirarse como la primera vez. No sé, es una corazonada.
Muy hermoso. Gracias por compartirlo. Besos.