Las lágrimas son lastres en mis pestañas, de verdad puedo ofrecer, mieles sobre soportes floreados, no necesitamos ver el fin de nuestro calvario porque tenemos alas de victoria en nuestros tobillos.
A tí no debo explicarte nada que pudiera esconderse entre los renglones, los paraísos están cerca.
Me ha insuflado las ganas de escribir, pero al menos una vez a la semana tengo que chutarme sentimentalidad barata, qué bello es sentir, podríamos volar si en este mundo, no tuviéramos que grabar con sangre cada fatídico paso, seguir pensándolo sería engañarse.
Este camino ha sido un árido y excitante trayecto, un cabalgar desbocado, una victoria enloquecida, la pérdida de toda picaresca infantil, un sino imperturbable hacia una adultez inminente.
Llora el cielo, los días pasan sin pasar, las horas pasan horriblemente lentas, a las cinco el mundo está muerto y yo deambulo en blanco y negro por la casa, pensando qué perdedores se encontrarán en mi misma situación, o qué almas brillantes, disfrutarán de la negritud para guardar en una caja momentos de dulce sosiego desconocido.
((Ilustración del diario de Frieda Kahlo)