Obsidianas llenas-vacías.

X. había sido una chica solitaria, siempre de maneras edulcoradas, mirada vidriosa eclipsada entre raudales de gente, escritura desestructurada enjaulada en aulas pintadas de color verde hospital.., el frío matinal contrae sus músculos, pero ella nunca piensa que es superior al resto, solamente una desgraciada.
Nada después de aquella vez volvió a ser como antes, se armó de estoicidad  y ya nadie más pudo traspasar el umbral.
En muchas ocasiones, explosiones chisporroteantes de creación estallan en el cerebro, encerrado en su cárcel marmórea.., pero sus manos son demasiado lentas, y sus sentidos se han adormilado con el humo.
X. sigue paseando sus dos obsidianas llenas-vacías por todo elemento que se cruza en su trayecto, ese que cuando las paredes están insonorizadas se torna imposible y exasperante...

Pier.

Íbamos en el autobús, no tenía nombre pero sus rasgos eran cálidos y dorados, sonreían al sol.
cuando bajábamos la calle las ratas rojas nos perseguían, pintadas de viscosidad roja.
El hombre de la sierra corría detrás de nosotros, creamos un vehículo extraordinario con nuestros cuerpos, y logramos escapar hasta un muelle excelso, rodeado de pureza blanca, rota por el mar impúdico.
Volví a mi mirarte y ya no tenías la misma cara, (v.) me abrazaste al final del pier.