Esqueleto.

El humo merma mi sentir hasta dejarme el cuerpo sedado.
No responde a mis impulsos.
La sustancia verde recorre ya el esqueleto sin vida, con exceso de presión agolpada en los hombros,
se lo han insuflado, a través de una herida invisible, las venas se retuercen sobre los huesos amarillentos.
La espiral comienza en las cuencas de nuestros ojos.
Y ahora mi estructura de alambre hace eses y giros imposibles en una pista de baile inexistente.
Qué ínfimos resultan nuestros miedos.., comparados con la mole negra inimaginable que nos contiene.

Joder, si me tocaras los sueños ahora.., sería, como un orgasmo.

Rubi.

Había sexo con Rubi, no se llamaba así.., pero era el nombre que me gritaba su cara.

Atardecer color California.

Cuando embestíamos violentamente la cuesta de gravilla, me di cuenta de que esta manera de mirar al Sol esmaltado desde el arduo camino es otra forma más de imaginarnos la avenida infestada de farolas infinitas, que nos depara al final incierto, un futuro calificado con el mismo adjetivo.

Capricho paradójicamente paciente.

Descubrí unas nuevas ventanas explorando en la franja situada entre los dos mundos.
Las paredes eran color rosa pastel y negro, y también veige y rojo.
Descubrir estas nuevas paredes carnales fue un gran logro, otra novedad.
Curva su pecho de mármol, contorsionándose a la par que las vibraciones, los rizos negros lo inundan todo, el morbo, de saber que hay algo más detrás de todo esto.
Se hace esperar.

Cierra sus pétalos ante la tormenta, y se abandona, indefensa, dejando que la lluvia se filtre hasta muy adentro.

DENTRO.